Es normal sentir dolor, sobre todo cuando pasas situaciones, como una ruptura de pareja, un duelo, etc… Pero, ¿ qué ocurre cuando ese dolor se queda en nosotros ? ¿ Lo evitamos ? ¿ Lo afrontamos ?

No podemos evitar sentir dolor. ¡No desaparecerá por arte de magia! Por mucho que lo intentemos. ¿ Te ha ocurrido que cuanto más te esfuerzas para olvidar el dolor que sientes, más recuerdas ese dolor y te hace más daño ?

 

Pensar que no hay que pensar es pensar aún más.

 

Es mejor aceptar, por lo tanto, que no es posible dejar de sentir el dolor de golpe como te gustaría,  sino que, en cambio, es posible recorrer un camino, a través del propio dolor, que facilite el proceso hacia el bienestar de la personal

 

Robert Frost: si quieres salir has de pasar por el medio. 

 

Giorgio Nardone, nuestro maestro en Terapia Breve Estratégica, escribió en 1998 una técnica denominada: «la galería de los recuerdos» que habla de cómo afrontar un dolor. Cada noche, antes de acostarte, recorre mentalmente tu historia de amor, o de recuerdo de esa persona amada que ha fallecido. Busca imágenes que signifiquen para ti. Una  vez seleccionadas, haz un collage de recuerdos. Algunas imágenes serán positivas, y otras no tanto. Al recorrer mentalmente ese collage de imágenes, cada noche, antes de acostarte y solo durante ese momento del día durante algunas semanas o un mes, podrás vivir esos momentos maravillosas. Así decidirás de forma libre su una noche no deseas recorrer esos instantes mágicos. Será entonces cuando podrás, tomar distancia emocional y ver desde otra perspectiva tu relación con esa persona amada.

Es curioso que la persona acaba tirando la toalla y de forma voluntaria decide no recorrer esa galería de imágenes. Por su reiteración, decide distanciarse y logra una nueva perspectiva. Ya no siente ese dolor punzante en el pecho que no le permitía disfrutar de las cosas buenas de la vida.

 

El problema no es el dolor en sí mismo, sino cómo lo gestionamos.

 

Para afrontar un duelo de forma sana, tenemos que expresar ese dolor. Si intentamos alejarnos de ese recuerdo que nos hace tanto daño, con la mejor de las intenciones estaremos atrayendo a nuestra mente mucho más dolor.  Olvidar a un ser querido no es posible, pero sí podemos recordar sin sufrimiento, dejando paso a un recuerdo equilibrado que nos proporcione alivio.