No hay ninguna experiencia que pueda ponernos a prueba tanto como lo hace la maternidad o las dificultades para llegar a serlo o no. Pero si nos centramos en la maternidad, si bien es cierto que con ella aprendemos muchas lecciones de vida, también es algo que nos hace cuestionar nuestras capacidades y también, luchar cada día por ser mejores.

Pero aunque cada experiencia en la maternidad es diferente,  no existe una maternidad perfecta, y simplemente debemos hacerlo lo mejor posible y aprender a dejar que todo fluya.

 

“Para ser perfecto, solo le faltaba un defecto” .- Karl Kraus

 

¿ Te exiges o te exigen mucho como madre ? La sociedad actual presiona a las mujeres a seguir un modelo inalcanzable en el rol de madres. El embarazo y la maternidad hoy están siendo concebidos como momentos “preciosos”, “bellos”, “positivos”. ¿Por qué la visión de una maternidad perfecta duele tanto a las madres ? Muchas mujeres hablan de la presión de que deberían poder “hacerlo todo”: tener un cuerpo perfecto, una mente brillante, un trabajo ideal, estar felices, etc… En ese sentido, la maternidad se ha convertido en una gran industria de márketing, orientada a impulsar el consumo de productos donde, si bien los padres han venido asumiendo más responsabilidades en el tiempo, la presión para ser “perfectas” seguiría estando limitada a las mujeres.

 

¿ Por dónde empezamos a romper el mito ? La solución está en animar a las mujeres a hablar abiertamente sobre sus luchas en el embarazo y la maternidad. Si más mujeres hablaran de sus abortos espontáneos, imperfecciones en sus cuerpos y momentos frustrantes en la crianza de los hijos,  la expectativa de las madres podría ser más sobre ser “lo suficientemente buenas”, antes que perfectas. Porque Cuanto más aumenta nuestro deseo de satisfacer todas las expectativas que habíamos creado sobre nuestra idea de ser madre, más aumenta nuestra frustración y ansiedad. Así que nos quedan un par de opciones lógicas:  rendirnos, o dejar de lado nuestra frustración y renunciar a nuestros sueños, e intentar hacer todo; cuidado del bebé, trabajo, relación con nuestra pareja, cuidado del hogar en perfecto equilibrio.

Esa búsqueda del equilibrio o perfeccionismo no es malo, al contrario. Sin embargo, en el momento en el que apartamos la flexibilidad para volvernos rígidas, la capacidad de adaptarnos se reduce. Perseguimos la  ilusión de poder tener bajo control la vida de nuestros hijos, y asegurarles un futuro exitoso. Y ahí es donde la carga pesa y se convierte en culpa por no lograr todas aquellas expectativas no realistas que se descontrolan a lo largo de la vida.

 

La maternidad es una relación con las personas, por lo que se debería trabajar en tratar de lograr un equilibrio lo suficientemente bueno y no la perfección. Tus hijos quieren una madre, feliz y no perfecta.

 

La Terapia Breve Estratégica te ayuda a:

 

  • Salir del Perfeccionismo para ir hacia la excelencia
  • Flexibilidad no a la rigidez de lo que se supone que tiene que ser
  • Ser compasiva contigo misma
  • Mimarte a ti para mimar a tu hijo/a