La intolerancia a la incertidumbre

 

Las personas no toleramos muy bien la incertidumbre. En realidad, podríamos pensar que la incertidumbre nos abre un mundo de posibilidades infinitas y que eso es positivo. Pero, por desgracia, las personas nos centramos más en la sensación de falta de control que en pensar lo bueno que podría suceder.

Giorgio Nardone: “Tenemos que habituarnos a vivir con la probabilidad y no con la certeza”

 

Por  ello, Daniel Gilbert, nos dice que solemos tropezar con la felicidad, aunque no podamos verla porque nuestra mente nos pone trampas para ello.

 

 

«Nada es suficiente para quien lo suficiente es poco».- Epicuro

 

Y es al leer el aforismo de Epicuro cuando nos preguntamos: ¿y si la felicidad fuera algo que no podemos controlar?, ¿y si la felicidad es avanzar hacia el futuro y entender aquello con lo que nuestra mente nos hace tropezar antes de alcanzarla?

 

Epicuro postuló el principio de que el equilibrio y la templanza era lo que daba lugar a la felicidad. Nos explica por qué el placer no está en el exceso, sino en una vida moderada; por qué el sexo, las riquezas y el lujo son en realidad paliativos y simulacros de otras necesidades verdaderamente fundamentales y, finalmente, por qué el ser humano acomete con tanta torpeza la misión vital de ser feliz.

 

Como se explica, en el hedonismo de Epicuro una vida llena de placer, satisfacción y felicidad necesita de cuatro elementos:

 

  • Estar en contacto frecuente con nuestros amigos
  • Llevar una vida sencilla y moderada
  •  Realizar un trabajo significativo
  • Cultivar la tranquilidad de mente y espíritu

 

Pero, ¿y qué si lo hiciéramos? ¿Qué si comenzáramos hoy a vivir de una manera acorde con lo que deseamos y queremos ? El control puede venirnos bien porque nos ayuda a hacer las cosas correctamente, pero un exceso de control puede derivar en una pérdida de control y por ende, en perder la oportunidad de toparnos con la felicidad.

 

Os contaremos una fábula que trata sobre este tema: el exceso de control

 

«Había una vez un ciempiés que caminaba de forma ágil y extremadamente elegante. Un día se encontró con una rana, que le preguntó cómo era capaz de coordinar semejante cantidad de extremidades sin tropezarse.

El ciempiés le contestó:

– «Simplemente camino».

Al día siguiente, cuando la rana volvió a pasar por el mismo lugar, se encontró al atormentado ciempiés patas arriba y a punto de fallecer, mascullando lo siguiente:

–  «¡Maldita la hora en que la rana me hizo pensar sobre mi forma de caminar! ¡Desde entonces no consigo aclararme!, mis patas tropiezan unas con otras y ya no he sabido caminar más!».

 

Resulta paradójico, pero cuanto más pensemos en ser felices, más infelices seremos. Por tanto, volvamos al concepto de felicidad de Epicuro y busquemos un equilibrio que nos permita ser resilientes al cambio.

 

Fuente:Pienso, luego sufro: Cuando pensar demasiado hace daño. El arte del cambio. Barcelona: Herder. Nardone, G. (2003). Más allá del miedo. Madrid: Paidós. Nardone, G. (2004). El arte de la estratagema. Barcelona: RBA Integral. Nardone, G. y Portelli, C. (2006). Conocer a través del cambio. Barcelona: Herder. Nardone, G. y Salvini, A. (2006). El diálogo estratégico. Barcelona: Ediciones RBA. Miedo, pánico, fobias: la terapia breve, Editorial Herder 2009, Nardone. No hay noche que no vea el día: la terapia breve para los ataques de pánico, Herder 2012, Nardone.